Introducción
El descubrimiento de minerales de carbón en la zona que abarca geográficamente desde Coronel a Lebu por la costa, y hasta Curanilahue por la cordillera de Nahuelbuta, llamaron la atención de importantes inversionistas que terminaron comprando extensas propiedades con el fin de explotar el carbón mineral que se encontraba en sus entrañas, hallazgos que se sumaban a los realizados en la zona de Cerro Verde en Lirquén (actual comuna de Penco), en las orillas del Andalién y en algunos de Talcahuano, tanto en Las Vegas como en los cerros cercanos al centro (como el David Fuentes).
Algunos de esos hombres y mujeres dueños de importantes capitales generados originalmente en la minería de la plata y el cobre en el norte atacameño y el comercio porteño de Valparaíso fueron Matías Cousiño, Luis Cousiño y su esposa Isidora Goyenechea, Federico Schwager Kessler y Federico Schwager Maguinnes (casa Federico Schwager e Hijo de Valparaíso), Jorge Rojas Miranda, Juan Mackay y Matías Rioseco (ambos en Lebu), Gustavo Lenz y John Thomas North (Quilachauquin, Maquehua, Los Ríos de Curanilahue), entre otros pequeños propietarios.
Entre los yacimientos más productivos y duraderos en el tiempo situados al sur del río Biobío se pueden mencionar a Puchoco y Maule (actual comuna de Coronel), los ubicados en la zona de la costa de Lota; en Quidico (costa de Arauco); los mencionados fundos Maquehua y Quilachanquín ubicados al sur de Carampangue; y el yacimiento de Los Ríos de Curanilahue, a los que se sumaron Colico, Trongol y Pilpilco en la bisagra intersecular del XIX al XX.
La mirada que se ofrece en este minisitio, se concentra en los primeros cincuenta años de existencia de algunos de estos minerales, los más grandes de la costa araucana e interior nahuelbutano, tratando de dar una nueva mirada al proceso de migración desde el campo a los nacientes poblados minero-carboníferos mencionados, abriendo la oportunidad de sumar un nuevo antecedente a los ya tradicionalmente investigados y difundidos: el factor ambiental.
La migración campo-ciudad: causas
Una vasta historiografía ha demostrado que el hallazgo de diversos yacimientos de minerales, piedras preciosas o combustibles ha sido un importante incentivo para las migraciones de grupos poblacionales. En Chile desde la misma conquista, la ubicación de las ciudades fundadas por Pedro de Valdivia y sus sucesores, estuvo asociada no solo a una visión estratégica militar de ocupación, sino que también a la existencia de pepitas de oro presentes en los cursos de los ríos a cuyas orillas se ubicaron sus campamentos, más tarde poblados y ciudades. La Guerra de Arauco y las sucesivas oleadas de combates dieron al traste con dicho proyecto, manteniendo la presencia hispana y más tarde chilena al norte del Biobío, aunque con entradas esporádicas y de distinta naturaleza (comercial, militar, judicial, etc.).
Por ello, la actividad minera se concentró en el norte chico. La plata y el cobre incentivaron oleadas migratorias hacia la zona de Atacama. Copiapó, Andacollo, Tres Puntas, fueron algunos de ellos. Alguna de esas familias era de origen penquista, aunque más aún de la zona central.
Paralelamente a ello, miles de personas vivían de lo que la tierra y el ganado podían brindarles como ganancias. Hacia mediados del siglo XIX, la estructura social de la zona rural chilena mantenía las características de la relación hacendado-inquilino-peón heredada de la época colonial (siglos XVII-XVIII). El control social de esta relación hacía muy difícil a los habitantes de las haciendas poder abandonar esas tierras, principalmente por los niveles de endeudamiento en que estaban con sus patrones.
La ilusión de la independencia y autonomía económica vivida por un siglo por los campesinos chilenos del valle central, vino a encontrarse en el siglo XIX con un sistema donde los hacendados y las políticas fiscales que crearon una serie de impuestos, dificultaran y finalmente impidieran a miles de familias buscar una mejoría en sus expectativas de contar con capitales propios.
Pero además de estas complejas relaciones donde la tierra, el trabajo y el capital eran los protagonistas, debe sumarse el factor ambiental.
Donald Worster, un historiador estadounidense, gran estudioso y difusor del campo de estudio interdisciplinario denominado Historia Ambiental, señala que para realizar investigaciones en esta área deben considerarse tres variables: la relación ambiente-sociedad, sociedad-ambiente y las percepciones humanas sobre el entorno natural. Afortunadamente, el fenómeno migratorio en comento cuenta con las tres visiones como posibilidades de estudio.
La migración campo ciudad a la zona del carbón desde la historia ambiental
¿Qué llevó a que miles de personas abandonaran su situación aparentemente segura en cantidad de trabajo en las haciendas para desplazarse a una labor desconocida y sin experiencias pasadas de éxito económico en Chile? Migrar desde Colcura, Carampangue, Laraquete, San Pedro o desde los alrededores de Coronel, Lota o Lebu, podría ser considerado poco riesgoso, pues si algo salía mal, era solo cosa de volver a sus fundos. Pero ¿Por qué dejar botado el trabajo en Chillán, Quirihue, Coelemu, Cauquenes o Curicó para venir a las minas de carbón?
Hay razones de índole geoestratégica de por medio: la ocupación de la zona de las actuales comunas de Coronel y Lota, inicialmente, favorecerían la presencia de chilenos y extranjeros en el antiguo Lafken Mapu. Con ello, la presencia del Estado se consolidaba, situación que se reiteraría en Lebu y en Curanilahue.
También hay motivaciones de índole económica nacional: el carbón era el petróleo de esos años. Como combustible que permitía mantener el calor suficiente para generar el vapor que movías los distintos mecanismos de las máquinas a vapor, mucho mejor que cualquier carga de leña, su posesión era sinónimo de riqueza.
Otros historiadores aducen a la posibilidad de acceder a dinero que esta actividad brindaba. Pero esto no era tan sencillo. El campesino que cambiaba su estatus laboral a minero, debería vivir en campamentos o en pabellones construidos para tales efectos en las cercanías de los piques o minas, estaría sometido a un horario de trabajo, a una cuota de producción (extracción) de carbón, sus pagos serían quincenales o semanales, y la mayoría de las veces estos pagos eran en fichas, no en monedas, instrumentos de cambio que solo podían ser en tiendas de la misma compañía o pulperías.
No obstante, la gente igual migró. ¿A qué otra causa puede atribuirse dicha decisión?
Lo que se ha encontrado en recientes investigaciones, es que el factor climático fue importante para coadyuvar a esta explicación. Los duros inviernos, que eran acompañados por lluvias intempestivas, excesivas y dañinas, generaron no solo la pérdida de miles de hectáreas de siembras de trigo, uvas, frutales y chacras de legumbres y tubérculos (papas, zanahorias, cebollas), los que eventualmente eran acompañados por heladas. También hay registros de huracanes, enfermedades fitopatógenas (de las plantas) y zoofitias (transmitidas de animales a personas), todo lo cual redundaba en un eterno ciclo de incertidumbre que, lógicamente impactaba en lo económico, en lo cotidiano y en el futuro de esas familias.
Además, consta la existencia de lluvias o heladas en verano, completamente extemporáneas, lo que solo venía a complejizar el problema para pequeños y grandes productores.
Por ello, cuando el carbón hizo su aparición en el escenario local, la esperanza de una vida mejor asomó como posible salida a la incertidumbre causada por el inestable clima que acompañó a nuestros ancestros. ¿Por qué?
El carbón es un mineral combustible, por ende, está en las profundidades o en la superficie de la tierra. En el caso del golfo de Arauco, este se encuentra en pequeñas vetas en superficie, y en grandes mantos a importantes profundidades, en especial bajo el océano Pacífico.
Para el campesino de la época, ello implicaba que no debía preocuparse por sembrar, cosechar, o asumir el costo-beneficio que traían lluvias, heladas o sequías, sino que solo debía extraer el carbón desde el interior de la tierra, y al final de la semana o de la quincena, cobrar su salario para mantenerse él mismo o a su grupo familiar.
En apariencia esto se lee fácil, pero el costo era igualmente importante: las condiciones de trabajo hoy serían consideradas inhumanas, pues en un ambiente húmedo, golpeteando con martillos, cinceles y picotas los gruesos mantos de carbón encuclillados, sudorosos, respirando las millones de partículas de carbón que iban a dar a sus bronquios (que años después mataban a los mineros de silicosis), y peor aún, fueron conociendo un enemigo invisible, inodoro (sin olor) e incoloro: el grisú, ese gas explosivo que mató a cientos de mineros en las profundidades del subsuelo coronelino, lotino y lebuense, se sumó a condiciones de vida que, no obstante su anterior estilo de vida, aparentemente era mejor o más seguro.
Las estadísticas existentes nos muestran que la población minera migró desde que se abrió el primer mineral hasta fines del siglo XIX siempre con tendencia de ir en aumento, pasando en el período 1865-1895 de 8.472 a 32.648 personas. Coincidentemente, fueron años climáticamente inestables, sobre todo con grandes temporadas de lluvias, como ocurrió en 1843, 1845, 1850, 1854, 1855, 1856, 1857-1858, entre otros, lo que sirve como ejemplo de las constantes quejas por parte de los agricultores por las lluvias que no cesaban afectando las siembras e incluso las cosechas de trigos, uvas y chacras, siempre nombradas como las más afectadas.
Dentro del período de estudio, las peores crisis se dieron en 1845, 1855, 1857, por sobre abundancia de precipitaciones, lo que mató las siembras de chacras, trigo, uvas, incluso en 1845 se notificó una importante cantidad de ganado muerto debido a que la lluvia mató el pasto del cual se alimentaba.
Estos son los factores que ayudan a complementar el estudio de las migraciones del campo a los centros mineros de Coronel, Lota, la zona de Arauco y Lebu, y que dio nacimientos a nuevos pueblos que pasaron a formar parte de una importante página de nuestra historia minera del carbón.
Fuentes impresas (prensa periódica).
Disponibles en: https://www.archivohistoricoconcepcion.cl/colecciones/publicaciones-periodicas/prensa-historica/el-correo-del-sur/
“Cosechas de trigo”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 16 de marzo de 1850, p. 2.
“El invierno”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 6 de julio de 1850, p. 2.
“¡Qué invierno!”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 13 de julio de 1850, pp. 1, 2.
“Cereales”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 21 de diciembre de 1850, p. 1
“Cosechas”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 30 de noviembre de 1852, p. 2.
“Lluvias perjudiciales”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 8 de febrero de 1853, p. 4.
“Chacras”, El Correo del Sur, 26 de marzo de 1853, pp. 3, 4.
“Santa Juana”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 16 de febrero de 1854, p. 2
“Arauco”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 16 de marzo de 1854, p. 2.
“Los trigos”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 25 de noviembre de 1854, p. 2
“Temporal”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 15 de diciembre de 1855, p. 4
“Lluvia”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 15 de marzo de 1856, p. 3
“Agricultura”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 18 de marzo de 1856, p. 2
“Después de la tormenta ha habido bonanza”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 23 de abril de 1861,p.3
“Estragos del aguacero”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 23 de abril de 1861, p. 3
“Arauco. Cosechas”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 10 de mayo de 1862, p. 3
“Temporal”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 5 de junio de 1862, p. 3
“¡No más agua!”, El Correo del Sur, Concepción, Chile, 17 de junio de 1862, p 3
Fuentes manuscritas
Archivo Programa de Investigación Histórica en Estudios Regionales, Acta Municipalidad de Santa Juana, vol. 1, Santa Juana, sesión de 25 de noviembre de 1856, f. 56 v.
Archivo Programa de Investigación Histórica en Estudios Regionales, Acta Municipalidad de Santa Juana, vol. 1, Santa Juana, sesión del 21 de noviembre de 1857, fs. 66, 66 v.
Archivo Nacional Histórico, Gobernación de Lautaro, Concepción, 12 de septiembre de 1843, vol. 1, s. f.
Archivo Nacional Histórico, Intendencia de Concepción, San Pedro [de la Paz], 16 de octubre de 1845, vol. 268, fs. 122-136 v.
Libros y artículos
Laura Benedetti. 2019. La cuestión social en Concepción y los centros mineros de Coronel y Lota (1885-1910). Ediciones del Archivo Histórico de Concepción, Concepción. Disponible en: https://www.archivohistoricoconcepcion.cl/publicaciones/
Armando Cartes. 2018. “La ciudad del hollín. Desarrollo industrial y deterioro ambiental en la cuenca del carbón”. En: Historia 396, vol 8, N°2, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, pp. 27-53. Disponible en: http://www.historia396.cl/index.php/historia396/issue/view/21
Leonardo Mazzei. 1999. “Matías Cousiño antes de Lota: formación y proyecciones de un empresario minero”. En: revista Atenea, N°480, Concepción, Chile, Ediciones Universidad de Concepción, pp. 85-128.
Ricardo Nazer. 2020. “La familia empresaria Cousiño y la industria del carbón en Chile: 1852-1952”. En: História Unisinos, Rio Grande do Sur, Brasil, vol. 24, N°2, pp. 256-268. Disponible en: https://www.redalyc.org/journal/5798/579865459008/html/
Luis Ortega. 1992. “La frontera carbonífera: 1840-1900”. En: revista Mapocho, N°31, Santiago de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Disponible en: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98815.html
Gabriel Salazar. 2006. Campesinos, peones y proletarios. LOM ediciones. Santiago de Chile.
Donald Worster. 2008. Transformaciones de la Tierra. Editorial Coscoroba, Montevideo [Uruguay]. Disponible en: https://ambiental.net/2008/06/transformaciones-de-la-tierra-donald-worster/
Tesis
Carlos Ibarra Rebolledo. 2021. Historia Ambiental en tiempos del avance chileno en Araucanía. El caso de la franja San Pedro-Lebu (1819-1862). Capítulo 9 “Cultivar en la incertidumbre”, pp. 431-482. Disponible en: http://repositorio.udec.cl/xmlui/handle/11594/8957