La educación en la zona de Concepción aparece desde los inicios de su vida de la mano de la iglesia. Durante el periodo colonial, esta era la encargada de la enseñanza. Existía el concepto de Iglesia docente, como en la República el del Estado docente. Esta influencia inicial subsistió en forma determinante en la cultura chilena, hasta que la educación republicana generó el movimiento intelectual de 1842.
En el siglo XVIII hubo un auge de la educación secundaria en Concepción. Los agustinos establecieron en 1710 una casa de estudios para jóvenes candidatos y abrieron al público sus aulas de primeras letras, de Filosofía y Teología. El colegio, según lo asevera el padre Maturana en su Historia de los Agustinos en Chile, no funcionó regularmente sino a intervalos largos.
A principios de 1716, llega a la diócesis de Concepción don Juan de Necolalde, y comienza a tomar las medidas para establecer un seminario en la ciudad, decretando a fines de 1717 el establecimiento del Seminario Convictorio de San José, llamado así debido a que fue puesto bajo su protección.
Posteriormente, los franciscanos abrieron escuela desde principios del siglo y colegio desde 1772, el que subsistió hasta la Independencia. Por esa misma época, varias congregaciones religiosas mantuvieron diversas escuelas, entre ellas, la Orden Mercedaria que sostuvo desde el año 1765, una Escuela Primaria y un Colegio de segunda enseñanza.
En los primeros años de vida republicana aparece el Instituto Literario de Concepción, cuando los patriotas se preocuparon de dotar a Concepción de nuevos establecimientos educacionales que reemplazaran los que existieron durante la colonia. Así, Ramón Freire y su ministro Mario Egaña, ordenaron por Decreto Supremo de 20 de junio de 1823, la fundación de colegios o institutos en Santiago y en las cabeceras de provincia. Y basado en estas mismas facultades otorgadas por el referido decreto, el Intendente Juan de Dios Rivera dictó el decreto de su fundación el día 9 de agosto de 1823, convirtiéndose así en el tercer Liceo más antiguo del país, luego del Instituto Nacional (1813) y el Liceo de La Serena (1821).
La iniciación de las actividades académicas del Instituto Literario coincide con la primera escuela de niñas que tiene Concepción en el convento de las monjas Trinitarias Descalzas. Después, apoyado por el Instituto, abre su colegio para señoritas, internado y externado, M. Esteban Versin.
La historia nos muestra que en el Chile posterior al 1850, sólo un 10% de las mujeres sabían leer y 8% escribir; la educación tenía una connotación selectiva, orientada a las élites, y principalmente enfocada a los hombres, a tal punto que en 1861 existían en el país 18 liceos fiscales siendo esencialmente de varones. En efecto, de los creados por particulares, el Estado en 1890 subvencionaba intermitentemente de uno a tres liceos femeninos. En cuanto a los exámenes rendidos por las alumnas en estos liceos, éstos conducían únicamente a aprobar el año escolar, no siendo validados por el Estado.
La promulgación del Decreto Amunátegui, el 6 de febrero de 1877, que facilitaba el acceso de la mujer a la universidad, no tuvo en principio ningún efecto práctico en la matrícula universitaria, debido a diferenciaciones sexistas del currículum. Asimismo, este decreto también impulsó la creación de nuevos establecimientos secundarios de educación femenina, liceos privados, por las Sociedades de Padres de familias, entre ellos Concepción, en 1884.
El Liceo de Niñas de Concepción fue fundado por un grupo de caballeros penquistas: Abilio Arancibia, Lorenzo Arenas, Reinaldo Behrens, Luis Bascuñán Guerrero, Juan Castellón, José Mercedes García, Lisandro Martínez Rioseco, Aurelio Manzano Benavente, Tolindor Navarrete, Manuel del Río, Andrés Sanhueza Pacheco, Manuel Jesús del Solar, Rafael de la Sotta y Agustín Vargas Novoa; como establecimiento particular el 22 de julio de 1883, aunque no entró en funcionamiento hasta el 14 de abril de 1884. Se irá desarrollando como un establecimiento científico humanista. Alrededor del año 1910 sus planes de estudio se homologan a los del Liceo de Hombres.
Hacia 1943 el prestigio del liceo se refleja en el incremento de la matrícula de toda la región y más al sur, lo que genera la necesidad de abrir el Internado, por el cual pasarán miles de estudiantes de otros lugares durante los años de estudio. El Internado estuvo funcionando durante 65 años hasta que el año 2008 las comunas alejadas van construyendo sus propios liceos y no ya no se vuelve una necesidad viajar fuera de ellas para estudiar.
Además de los mencionados, durante el siglo XIX hubo varios establecimientos particulares, como el Colegio Americano (1878), el Concepción College (1877), Colegio La Inmaculada Concepción (1877), Escuela Talleres San José -Colegio Salesiano- (1885), Colegio Escolapios (1890), Colegio de Señoritas, Liceo Eloisa Urrutia (1892), Liceo Santa Filomena (1896), por nombrar alguno de estos.
FUENTES CONSULTADAS
IV Centenario de Concepción 1550-1950, Concepción, Escuela Tipográfica Salesianos Concepción, 1950.
Ángel Palomera Navarro, Anuario de la Academia de Historia del Seminario Metropolitano de Concepción. Vol. 1. Concepción: Seminario Metropolitano de Concepción, 1985.
Carlos Oliver Schneider y Francisco Zapatta Silva, Libro de oro de Concepción, Concepción, Lit. e Imp. Concepción, 1950.
Reinaldo Muñoz Olave, El Seminario de Concepción. Concepción, Chile: Soc. Imp. y Lit. «Concepción», 1924.
Fernando Campos Harriet, Historia de Concepción 1550-1988, Santiago, Editorial Universitaria, 1989.
María Isabel Pacheco Pacheco, Patrimonio, memoria e historia del Liceo de Niñas de Concepción, Concepción, Santo Tomás, 2014.